Ya anteriormente me he referido a este asunto a lo largo del tiempo que voy escribiendo aquí, y a medida que pasa el tiempo no puedo sino reiterar la opinión que tengo del asunto. Quizás me exprese mejor ahora que hace dos años y precisamente es de este asunto del que quiero hablar; es parte de la solución.
Hoy ha venido el tema a mi mente precisamente porque David Waddell hace hoy un año que se hizo seguidor de Twitter y he querido volver a escribir sobre lo que ya antes lo había hecho. La bondad de las nuevas tecnologías y la mala prensa que tienen. Como con casi todo, se puede hacer buen y mal uso de ello. Para muchos puede suponer una adicción o una intrusión, u otras malas cosas. Para mí ha supuesto la conexión con las personas, personas reales. Al encontrarme limitada físicamente, internet me permite una libertad que había perdido. Ahora entiendo la importancia de estos medios para los que se encuentran físicamente limitados. La mente puede volar, y aunque físicamente no podamos movernos la mente es capaz de llevarnos.
Acerca de la lectura dijo el otro día una persona muy conocida en este país, que le había permitido tener muchos amigos. En la soledad (buscada) de su mente todas estas personas, estos personajes, eran sus “amigos”. Viajaba con ellos y compartía sus aventuras. De la misma manera internet y Twitter me permiten conectarme con las personas de carne y hueso. Puedo opinar, puedo hablar, puedo reaccionar a lo que exponen otras personas. Aunque es una relación a distancia es una relación real, es una relación de la mente. No tiene por que sustituir las relaciones humanas físicas. Son complementarias; como la máquina de escribir y el bolígrafo, el lector electrónico y el libro de papel. Son cosas complementarias.
Dejémos de censurar la novedad, el cambio, por el mero hecho de serlo. Si no abrazáramos el cambio y nos atreviéramos a ir hacia adelante aun hoy viviríamos en las cuevas.
Yolanda Canales